Exposición comisionada por la embajada argentina en México y la Coordinación Nacional de Artes Visuales del INBA, para el Festival de la Cultura Argenmex.
Tomas Alzogaray, Leandro Asoli , Iván Buenader, Andrea Camarelli, Ramiro Chaves, Irene Dubrosvky, Liliana Duering, Mabel Larrenchart, María Ezcurra, Martín Ferreyra, Ana Gallardo, Gabriela Gallardo, Rodrigo Sastre, Mauro Giaconi, Máximo González, Mariana Gullco, Javier Gutiérrez, Silvina Ibáñez, Enrique Ježik, José Luis Landet, Res, Miguel Ángel Ríos, Enrique Santos, Gerardo Suter y Guido Yannitto
Belén Moro, curadora
Museo José Luis Cuevas
La Academia 13, Centro Histórico, Ciudad de México
Del 7 de octubre al 14 de noviembre, 2013
www.embajadaargentina.mx – www.cnav.bellasartes.gob.mx – www.museojoseluiscuevas.com.mx.
[+] Ver lista de las obras (PDF) Ser o no Sur surge de una comisión de la embajada argentina en México a través de la Coordinación Nacional de Artes Visuales del INBA, con la consigna de representar el intercambio cultural sostenido entre ambos países principalmente durante el último lustro de nuestra Historia. A partir de la revisión y reconocimiento de una red inconexa de artistas visuales que residen o residieron en este país, se estableció un discurso visual cargado de ambivalencias en torno al concepto de identidad. Esta última está caracterizada por las implicancias de los desplazamientos –forzados o fortuitos- de los migrantes al norte de un continente que arduamente se dibuja según las jerarquías establecidas por la visión occidental imperialista. Evidentemente en la división geográfica trazada se dejan de lado las categorías culturales y las cuestiones idiosincráticas que, sin embargo, preceden a cualquier ciudadano. Este concepto, que tiene que ver con la pertenencia social y cultural a una comunidad, es en el argentino un dilema permanente. En este sentido se puede decir que se encuentra en este grupo diverso de artistas un eje identitario que responde al ser argentino, al haber nacido en latitudes lejanas de lo que se considera el centro del poder y un espíritu de nación joven y combativo que busca encontrar en su propio discurso una posición con respecto a ese centro. Estas reacciones enérgicas están presentes en todas las obras de la exposición, haciendo del elemento calórico que las compone el impulso generador y vital del discurso que se construye, con pasión efervescente, en torno a las percepciones e intervenciones inmediatas sobre lo otro, sobre lo que nos diferencia. Entonces, la identidad es una sutura, una articulación de diferencias y semejanzas, que nos lleva a una toma de posición y a una estrategia frente a otros sujetos. En resumidas cuentas, la identidad es un constructo discursivo singular, nunca total, que se desarrolla en un ámbito histórico e institucional y que puede encontrarse en cada una de las obras seleccionadas, cuya identificación particular se sostiene dentro de una estructura contextual tejida a partir de la unión visible entre las mismas. La muestra comienza en el exterior del museo, con la lectura de una frase impresa en lonas que atraviesan la calle: Quién confiará en nuestra decisión de olvidar. Esta obra de Enrique Ježik es fragmento de un poema griego que, extraído de su contexto y puesto sobre el espacio, adquiere un tono público que orienta la pregunta inicial de ser o no sur. En relación con este interrogante en torno al olvido, la investigadora Elizabeth Jelin realiza una propuesta esclarecedora sobre la función que tiene la memoria en la actualidad, precisando que “en el mundo occidental contemporáneo, el olvido es temido, su presencia amenaza la identidad”[1]. La memoria en tanto capacidad y narrativa social remite a la articulación del sujeto como miembro de un grupo social. Así, la frase que da comienzo a la lectura de la exposición plantea que toda respuesta posible se hará desde un terreno incierto y atemporal, poniendo en el centro de la interpelación la capacidad para recordar. De acuerdo con el recinto museográfico y con una agrupación orgánica de las obras, la muestra se divide en tres grupos que se conectan por medio de la forma y el espacio como elementos activos. En el primer conjunto se hace explícito el calor contenido en los materiales y procedimientos que remiten tanto a hechos históricos y recientes como a tradiciones y exploraciones técnicas antiguas aún vigentes. El calor, entendido de acuerdo con los amplios conceptos de Joseph Beuys, es un elemento inherente a la percepción sensorial de cualquier sustancia que actúa provocando, entre otros efectos, la voluntad como fuente espiritual de energía liberadora. Es a partir de ese impulso consciente que se generan los diversos procesos de trabajo, basados en indagaciones en torno a la sustancia más cercana a cada artista. La materia que compone las obras proviene de archivos o colecciones personales o apropiadas con la intención de revisar y reubicarlas en un nuevo plano de percepción e interpretación. En el paso a la siguiente sala la lectura vuelve a encontrarse con la literalidad de un texto, interrumpida por un vestíbulo gris con una frase en neón blanco: Home is where you walk away from[2]; obra de Enrique Santos. Las palabras resaltadas recuerdan el carácter migrante de los aquí reunidos, condición además histórica de la nación argentina, mezcla de criollos, pueblos originarios y europeos, entre otros. En la segunda sala se hace presente el elemento vital que resguarda a todo individuo y que anuncia el cartel de neón: el hogar. La construcción, destrucción y revaloración del espacio habitacional o interior forman parte de los procesos de trabajo con diferentes espectros y puntos de enfoque, pero todos fundados en la energía subyacente al espacio donde vivimos. A pesar del nomadismo y desprendimiento existe la idea o creencia de un terreno nuevo y personal. Este aspecto contiene también la energía y vitalidad del primer conjunto manifestada a través de acciones concretas, documentadas o registradas en distintos medios y formatos. La vibración que moviliza estas piezas se continúa y amplifica en la última sala, cubriendo el espacio y detonando los últimos apuntes de una visión caótica del contexto actual. La violencia se suelta como brote ineludible a los tiempos y hechos recientes que forman parte constitucional de los artistas reunidos en Ser o no Sur. La narración que se va construyendo a medida que se recorre el espacio tiene apuntes minuciosos que arman, a partir de relatos personales, una historia basada en la identificación de rasgos y preocupaciones comunes a esta generación de artista nacidos entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado. Es evidente la atención puesta en los elementos de poder, tanto culturales como políticos, que aparecen en distintas modalidades de acuerdo con las investigaciones estéticas y exploraciones sociales agrupadas anteriormente. La energía liberada durante los procesos formales y obsesivos en torno a un material o técnica, así como en la manipulación o incidencia directa sobre los componentes de la realidad ampliada -a sus referentes contextuales e históricos- aparece como eje conector del texto que responde a la pregunta inicial, abriendo la encrucijada a una percepción atemporal y circulante de lo que implica ser un ciudadano del sur. La tipografía e imagen elegidas para identificar a la exposición están inspiradas en Joaquín Torres García, artista de origen uruguayo y emblemático representante del punto de inflexión que significaron las vanguardias en el sur (incluyendo el trabajo comunitario y una visión más allá de las fronteras cercanas), a partir del cual se comienza a configurar una mirada consciente y propositiva en torno a las problemáticas que acogen a nuestras sociedades post-coloniales del sur. Las obras que buscan responder a la consulta identitaria son, si no una respuesta, al menos la persistencia por preservar la memoria activa. Belén Moro Mori _________________
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Invitación de la exposiciónTexto de la exposición
Septiembre de 2013, Ciudad de México